Riesgos y complicaciones de la cirugía de un tumor de hipófisis
Se podrían dividir los riesgos o complicaciones propias de una cirugía de un tumor de hipófisis en:
Cefalea y dolor rinosinusal
Es habitual que luego de una cirugía transnasal el paciente refiera cierto grado de dolor de cabeza y alguna molestia menor en la nariz. Generalmente duran entre 7 y 14 días y ambos responden muy bien a analgésicos habituales.
Obstrucción nasal
Es totalmente normal que luego de la cirugía se acumulen secreciones y coágulos en la cavidad nasal. Esto produce congestión nasal y salida de una secreción serohemática por algunos días. El neurocirujano podrá indicarle algún tipo de gotas nasales para acelerar su recuperación y evitar que se formen costras nasales excesivamente.
Perdida de la olfacción
Es habitual que el paciente sienta que huele mucho menos o nada luego de la cirugía. Esto es debido a una obstrucción transitoria, la cual suele durar alrededor de 14 días, generada por secreciones y coágulos postoperatorios.
Sinusitis postoperatoria
Es una inflamación e infección aguda de los senos paranasales siendo la causa más frecuente una infección bacteriana secundaria a algún tipo de obstrucción del drenaje normal del los senos por la cirugía. El paciente posee congestión nasal y secreción espesa o purulenta por la nariz, perdida del olfato, dolor facial o cefalea retrocular, tos que empeora por la noche y fiebre. Puede ser necesaria una tomografía de macizo maxilofacial para certificar el diagnostico e instaurar el tratamiento antibiótico.
Lesión alar
El uso del endoscopio o del especulo nasal durante la cirugía puede generar algún traumatismo menor en las narinas (orificios de la nariz) y requerir de alguna curación tópica luego de la cirugía.
Sinequias
Son adherencias cicatrizales de la mucosa nasal luego de la cirugía transnasal. A menudo se forman entre el tabique que separa las fosas nasales y el cornete medio o el inferior. Usualmente son menores y no producen síntomas, pero si generan algún tipo de insuficiencia ventilatoria nasal puede ser necesaria una intervención para corregirlas.
Perforación septal
Pueden existir perforaciones del tabique, habitualmente posteriores, luego de una cirugía transnasal transesfenoidal. Puede ser totalmente asintomática o generar algún malestar en el paciente. Los síntomas pueden ser costras permanentes, dificultad para respirar adecuadamente y/o sangrados periódicos. Si estos síntomas son muy molestos puede requerirse una intervención reparadora por un otorrinolaringólogo.
Hemorragias
Los sangrados postoperatorios podemos dividirlos en:
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Nasales: hemorragias menores por parte de la mucosa de la cavidad nasal son normales en el postoperatorio. No obstante, si la fuente del sangrado es alguna arteria importante (por ej. la arteria esfenopalatina) puede producirse una epistaxis severa y ser necesario un taponaje y una reintervención de urgencia
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Selares: las hemorragias originadas en la silla turca son a punto de partida de los senos cavernosos y mejoran con la posición sentada al disminuir la presión venosa
- Supraselares: son hemorragias originadas en venas y/o arterias del espacio subaracnoideo cerebral. Son las menos frecuentes y se producen durante la resección de grandes tumores de hipófisis. Pueden generar un hematoma intracerebral (habitualmente supraselar con extensión al tercer ventrículo) y producir hidrocefalia obstructiva. Es un cuadro muy delicado y el paciente requiere de un manejo neuroquirúrgico urgente.
Hipopituitarismo
El hipopituitarismo es la disminución de la secreción de una o varias de las hormonas de la hipófisis. Es relativamente frecuente luego de una cirugía de un tumor de hipófisis. Puede ser transitorio o definitivo y, dependiendo que eje hormonal se encuentre afectado se ajustara la terapia de reemplazo hormonal.
Fístula de líquido cefalorraquídeo
Durante una cirugía de un tumor de hipófisis por vía transnasal transesfenoidal puede producirse una efracción de la aracnoides de la cisterna supraselar, donde circula normalmente liquido cefalorraquídeo (LCR), y producirse una filtración del mismo hacia el campo operatorio. El neurocirujano puede, por diferentes técnicas, reparar este defecto durante el mismo acto quirúrgico. No obstante, es posible que el LCR pueda filtrarse luego de la cirugía y el paciente manifestar ésta perdida, denominada fistula de LCR, a través de la nariz o bien hacia la faringe. Este cuadro debe resolverse de inmediato y para ello existen varias posibilidades:
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Medicación y reposo: se indica en fistulas de muy bajo debito. Se utiliza un fármaco denominado acetazolamida que inhibe la producción de LCR. Se utiliza por un plazo de entre 5 y 10 días.
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Colocación de un drenaje lumbar: mediante un catéter a nivel espinal lumbar que extrae LCR de manera controlada y se disminuye la fistula por la nariz. Se utiliza por un plazo entre 3 y 7 días, durante el cual el paciente debe permanecer en reposo. Puede colocarse durante el postoperatorio en fistulas de bajo flujo, o bien si el neurocirujano lo considera, su colocación puede ser durante el mismo acto quirúrgico de resección del tumor de hipófisis.
- Reoperación: cuando las medidas anteriores no han solucionado la fistula puede ser necesaria una reintervención exploratoria en busca del sitio de filtrado y un nuevo sellado
Meningitis postoperatoria
En el caso donde hubiere una efracción de la aracnoides de la cisterna supraselar y algún grado de salida de LCR durante o luego de la cirugía puede contaminarse el espacio subaracnoideo (donde normalmente circula el LCR) con algún microorganismo (usualmente alguna bacteria) y el paciente desarrollar una meningitis postoperatoria. Este cuadro se manifiesta habitualmente por fiebre, cefalea, rigidez de nuca y signos de irritación meníngea, nauseas y vómitos. En los casos más graves puede haber un deterioro de la consciencia y compromiso del estado general. Es un cuadro clínico delicado y requiere de una punción lumbar para analizar el LCR, certificar el diagnostico e instaurar de inmediato el tratamiento antibiótico endovenoso. Este cuadro es considerado una urgencia neuroquirúrgica. Con el tratamiento adecuado la mayoría de los pacientes pueden revertir los síntomas de la infección y recuperarse totalmente. Excepcionalmente, en casos más severos, pueden quedar secuelas neurológicas o incluso el paciente puede fallecer.
Trastornos visuales
Es muy habitual que luego de una cirugía de un tumor de hipófisis el paciente mejore su déficit visual. No obstante, cuando el daño primario generado por el tumor es irreversible, el paciente no mejorará su visión pero tampoco empeorará, especialmente si el tumor pudo ser resecado totalmente. Hay un porcentaje menor de pacientes, generalmente con grandes tumores de hipófisis y con un compromiso visual preoperatorio muy severo, que pueden empeorar su visión pese a resecarse la lesión completamente.
Trastornos de la motilidad ocular
Si bien no es habitual, puede presentarse algún tipo de déficit en la motilidad ocular, especialmente en tumores que invaden el seno cavernoso, luego de la cirugía. El paciente puede referir algún grado de visión doble (diplopía). En general este tipo de alteración suele mejorar espontáneamente con el tiempo al cabo de algunas semanas.
Lesión neurológica
Una lesión cerebral no es común en la cirugía de un adenoma de hipófisis. No obstante existen grandes tumores que se extienden intracranealmente y su extirpación conlleva un riesgo de déficit neurológico propio de la complejidad de dicho tumor.
Lesión vascular cerebral
Una lesión vascular cerebral no es frecuente, pero si ocurriere, sus consecuencias neurológicas son muy graves. Las arterias carótidas se ubican a ambos lados de la glándula hipófisis, a nivel de los senos cavernosos, y su relación con los tumores hipofisarios es muy estrecha.